Sexta, séptima y octava resolución de la AGNU en las que se pide una moratoria de la pena de muerte:
registro de votaciones de los países que mantienen la pena de muerte por delitos de drogas (+ = a favor; - = en contra; abs = abstención)
| 2016 | 2018 | 2020 | Penas de muerte mínimas confirmadas por delitos de drogas, 2020 |
Bahrein | abs | - | - | |
Bangladesh | - | - | - | |
Brunei Darussalam | - | - | - | |
China | - | - | - | ? |
Cuba | abs | abs | abs | |
Egipto | - | - | - | |
India | - | - | - | |
Indonesia | abs | abs | abs | 77 |
Irán | - | - | - | ? |
Iraq | - | - | - | |
Jordania | abs | abs | + | |
Kuwait | - | - | - | |
RDP Lao | abs | abs | abs | 13 |
Libia | - | + | - | |
Malasia | - | + | + | 25 |
Myanmar | abs | abs | abs | |
Corea del Norte | - | - | - | |
Omán | - | - | - | |
Pakistán | - | + | - | |
Qatar | - | - | - | |
Arabia Saudí | - | - | - | ? |
Singapur | - | - | - | 6 |
Corea del Sur | abs | abs | + | |
Sudán del Sur | + | abs | abs | |
Sri Lanka | + | + | + | 5 |
Estado de Palestina | n/a | n/a | n/a | |
Sudán | - | - | - | |
Siria | - | - | - | |
Taiwán | n/a | n/a | n/a | |
Tailandia | abs | abs | abs | 8 |
Emiratos Árabes Unidos | abs | abs | abs | |
EE.UU. | - | - | - | |
Vietnam | abs | abs | abs | 79 |
Yemen | - | - | abs | |
En 2020 también hubo un importante activismo de la sociedad civil contra la pena de muerte. Ante las restricciones a las reuniones presenciales, los esfuerzos se concentraron en Internet. Un ejemplo es la petición lanzada por LBH Masyarakat sobre el caso de Merri Utami, trabajador migrante indonesio que ha pasado más de una década en el corredor de la muerte por haber sido engañado para traficar con drogas. La petición, que pide al presidente indonesio Joko Widodo que conceda clemencia a Merri, ha reunido más de 19.000 firmas en el momento de redactar este informe. Los defensores de la pena de muerte han señalado repetidamente que la participación pública en Internet es una estrategia clave para luchar contra la pena de muerte, como se explica en la sección especial al final del informe. La significativa reducción de las ejecuciones relacionadas con las drogas es, sin duda, un hecho positivo: una oportunidad para que los países se replanteen la necesidad y la eficacia de esta política, y para que los defensores de la pena de muerte intensifiquen sus llamamientos en favor de la abolición. Sin embargo, la pena de muerte es mucho más que las propias ejecuciones. En tiempos de COVID-19, el funcionamiento de un sistema de justicia puede dificultar o casi imposibilitar las ejecuciones, pero no impide necesariamente la imposición de la pena de muerte. Cabe destacar que
al menos diez países condenaron a muerte a un mínimo de 213 personas por delitos de drogas en 2020, lo que supone un aumento del 16,3 % respecto a las 183 confirmadas en 2019. Esta tendencia al alza fue especialmente significativa en algunos países, como Indonesia, donde 77 personas fueron condenadas a muerte por tráfico de drogas en 2020 (un aumento del 79 % respecto a 2019). Por el contrario, un número considerable de condenas a muerte contribuye al creciente número de personas condenadas a muerte, donde muchas han pasado más de una década. Esta confianza inquebrantable en la pena de muerte -incluso en tiempos de desafíos excepcionales- es tan preocupante como las propias ejecuciones.
Es esencial señalar que sigue existiendo una falta de transparencia generalizada y sistémica en torno a la pena de muerte, que vulnera normas internacionales claras. El problema de la transparencia se agravó en 2020, cuando la recopilación de información sobre el uso de la pena de muerte por delitos de drogas fue aún más difícil que en años anteriores. Es probable que esto se deba a que la COVID-19 dominó las noticias, a las restricciones impuestas a la circulación y a la reducción del espacio de la sociedad civil, todo lo cual repercutió negativamente en la supervisión independiente de la pena de muerte. Al mismo tiempo, varios procesos de derechos humanos de la ONU, como los exámenes de países por los Órganos de Tratados y las visitas a países de los Procedimientos Especiales, se paralizaron o retrasaron, lo que dio lugar a un número aún menor de recursos disponibles para hacer un seguimiento de la aplicación de la pena de muerte. Esto indica la necesidad apremiante de que se reanuden los procesos de seguimiento, para garantizar que se documentan y abordan las violaciones y las tendencias. La supervisión y la documentación bien integradas de los derechos humanos deben convertirse en un componente esencial para prevenir nuevas y futuras violaciones de los derechos humanos. Por último, 2020 también fue testigo de la regresión de algunos países, con planes para aplicar castigos más severos a los delitos relacionados con las drogas. Por ejemplo, el presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, ha seguido presionando para reintroducir la pena de muerte como parte de su "guerra contra las drogas". En el momento de redactar este informe, la Cámara Baja del Congreso había aprobado un proyecto de ley que reimpondría la pena de muerte, y está previsto que se debata en el Senado.