Cómo el trastorno antisocial de la personalidad agrava los trastornos por consumo de sustancias

Paracelsus

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Un nuevo estudio ha ahondado en las complejas relaciones entre el trastorno antisocial de la personalidad (TAP) y los trastornos por consumo de sustancias (TUS), ofreciendo nuevas perspectivas sobre patrones de asociación que llevan tiempo intrigando a los investigadores. Publicada en Translational Psychiatry, esta investigación explora cómo interactúa el ASPD con los diagnósticos y la gravedad de los trastornos por consumo de alcohol, cannabis, cocaína, opiáceos y tabaco. Las conclusiones del estudio tienen importantes implicaciones para comprender mejor la coexistencia de estos trastornos y podrían influir en futuros enfoques terapéuticos.

La ASPD es un trastorno psiquiátrico caracterizado por un comportamiento manipulador, impulsivo y a menudo agresivo, con una marcada falta de remordimiento. Este trastorno es desproporcionadamente frecuente en personas que padecen SUD. De hecho, investigaciones anteriores han demostrado que, mientras que el ASPD está presente en aproximadamente el 3,6% de la población general, puede encontrarse hasta en el 81% de las personas que luchan contra el consumo de sustancias. Este asombroso solapamiento pone de relieve la necesidad de realizar investigaciones más detalladas sobre cómo interactúa el ASPD con las diversas formas de adicción.

El estudio, dirigido por un equipo de investigadores de la Universidad de Yale y otras destacadas instituciones, se centró en 1.660 individuos diagnosticados de ASPD, comparándolos con un grupo de control de 6.640 personas. Los participantes se seleccionaron en función de criterios de coincidencia como el sexo, la edad y la raza para controlar los factores demográficos que pudieran influir en los resultados. El objetivo era explorar las relaciones entre el ASPD y cinco tipos de SUD: trastornos por consumo de alcohol (AUD), cannabis (CanUD), cocaína (CocUD), opiáceos (OUD) y tabaco (TUD).

Una de las principales conclusiones del estudio fue la estrecha relación entre el ASPD y el diagnóstico y la gravedad del AUD, el CanUD y el TUD. Por ejemplo, los individuos con ASPD tenían casi el doble de probabilidades de ser diagnosticados de trastorno por consumo de alcohol (con una odds ratio de 1,89) y más del doble de probabilidades de ser diagnosticados de trastorno por consumo de cannabis (con una odds ratio de 2,13). Aunque el ASPD también se relacionó con los trastornos por consumo de cocaína y opiáceos, estas asociaciones no superaron las rigurosas pruebas estadísticas necesarias para confirmarlas con un alto grado de certeza.

Los investigadores también examinaron los criterios diagnósticos específicos de los TUS, como el consumo peligroso, los síntomas de abstinencia y los intentos de abandono. En particular, el criterio de "consumo peligroso" se asoció sistemáticamente con el TEA en todas las sustancias estudiadas. Esto sugiere que los individuos con ASPD tienden a adoptar conductas peligrosas mientras consumen sustancias, independientemente del tipo de droga. Sin embargo, en un giro sorprendente, el estudio descubrió que los intentos de dejar la cocaína estaban inversamente relacionados con el ASPD. En otras palabras, las personas con ASPD eran menos propensas a intentar dejar la cocaína en comparación con las que no padecían el trastorno.

Este descubrimiento plantea importantes cuestiones sobre las motivaciones y los comportamientos de los individuos con TEA en relación con su consumo de sustancias. ¿La naturaleza impulsiva y arriesgada del TEA hace que los individuos sean menos propensos a dejar las sustancias adictivas, o hay algo específico en la cocaína que influye en este comportamiento? Serán necesarias más investigaciones para desentrañar los mecanismos psicológicos y neurobiológicos en juego.

Los hallazgos del estudio subrayan la complejidad de la comorbilidad ASPD-SUD. Al explorar los diferentes patrones de consumo de drogas entre las personas con TEA, la investigación ofrece valiosas perspectivas que podrían ayudar a los médicos a desarrollar intervenciones más específicas. Por ejemplo, es posible que los programas de tratamiento deban abordar de forma más directa el mayor riesgo de consumo peligroso en los pacientes con TEA, así como las dificultades específicas que plantean determinadas sustancias, como la cocaína.

Otro aspecto destacable del estudio fue que se centró en la gravedad de los TEA. Se descubrió que las asociaciones entre el ASPD y los diagnósticos de SUD eran más fuertes que las basadas en la gravedad del trastorno. Esto sugiere que el TEA puede estar más estrechamente relacionado con el hecho de que una persona desarrolle o no una adicción, que con la gravedad de la adicción.

En general, esta investigación supone un importante paso adelante en la comprensión del doble reto que suponen el TEA y los TUS. Al arrojar luz sobre las distintas formas en que interactúan estos trastornos, allana el camino para futuros estudios que podrían perfeccionar los criterios diagnósticos y mejorar los resultados de los tratamientos. Como señalan los autores del estudio, "las intervenciones personalizadas dirigidas a la subtipificación basada en mecanismos" podrían mejorar la atención a las personas que padecen TEA y trastornos por consumo de sustancias.

Para más detalles, puede acceder al artículo completo aquí: https://doi.org/10.1038/s41398-024-03054-z (clearnet).

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Osmosis Vanderwaal

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Tomo mucha cocaína en comparación con cualquier persona que conozco. La cocaína es la cura temporal del trastorno antisocial de la personalidad. Voy y hablo con todo el mundo cuando tomo cocaína. Rara vez hablo con alguien que no conozca, a menos que tome cocaína. Fui alcohólico durante 25 años, pero mi hígado no está sano. La cocaína y el alcohol hicieron eso. No tuve ningún problema para dejar de beber. Sólo lo cambié por la metanfetamina. No me han diagnosticado ningún trastorno, pero no he intentado serlo.
 
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