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Alcohol y DMT
El alcohol es un depresor del sistema nervioso central que actúa principalmente potenciando el neurotransmisor inhibidor GABA (ácido gamma-aminobutírico) y reduciendo el neurotransmisor excitador glutamato en las sinapsis. Esto provoca una ralentización de la actividad cerebral, alteraciones del juicio y una reducción de la inhibición. También aumenta la liberación de dopamina en las vías de recompensa del cerebro, lo que contribuye a su potencial adictivo.
La N,N-Dimetiltriptamina (DMT ) es un potente alucinógeno que altera la percepción, el estado de ánimo y una serie de procesos cognitivos. Sus efectos, aunque profundos, suelen ser de corta duración cuando se ingiere en su forma natural o se inhala como polvo sintetizado.
Los efectos psicotrópicos de la DMT se deben principalmente a su acción como agonista de determinados receptores de serotonina, en particular el receptor 5-HT2A. La serotonina es un neurotransmisor que interviene en la regulación del estado de ánimo, el comportamiento social, el apetito, el sueño, la memoria y la función sexual. Al unirse a estos receptores, la DMT modifica el funcionamiento normal del cerebro, provocando estados alterados de conciencia.
El cuerpo humano produce naturalmente pequeñas cantidades de DMT, y se encuentra en una serie de especies animales y plantas. Se especula con la posibilidad de que la DMT endógena esté asociada a los sueños, las experiencias cercanas a la muerte y otros estados de alteración de la conciencia, aunque estas afirmaciones requieren más pruebas científicas para ser corroboradas.
Cuando se combinan, el alcohol y la DM T interactúan de forma polifacética. El alcohol puede alterar el metabolismo de la DMT, afectando potencialmente a la intensidad y duración de sus efectos. Al mismo tiempo, la intensa experiencia de la DMT puede ser modulada por los efectos depresivos del alcohol, llevando a una experiencia psicodélica atenuada o alterada.
Se podría hipotetizar que los "beneficios" teóricos del uso concurrente incluyen el uso de pequeñas dosis de alcohol para mitigar la ansiedad previa a la ingestión asociada con los intensos efectos de la DMT o para amortiguar una experiencia psicodélica abrumadora. Algunos usuarios pueden buscar mejorar la experiencia subjetiva general, aunque esto es impredecible y típicamente no se recomienda debido a los riesgos incrementados.
La co-ingestión de alcohol con DMT puede aumentar el riesgo de efectos psicológicos negativos, incluyendo paranoia y confusión. Fisiológicamente, el alcohol puede exacerbar los efectos cardiovasculares de la DMT, como la elevación de la presión arterial y la frecuencia cardíaca, lo que plantea riesgos para las personas con enfermedades cardíacas preexistentes. La combinación puede deteriorar el juicio y la coordinación motora más severamente que cualquiera de las sustancias por separado, incrementando el potencial de accidentes.También existe un riesgo de depresión respiratoria debido a los efectos depresivos del alcohol, lo que podría ser problemático si la DMT induce una fuerte respuesta vagal.
No hemos encontrado datos sobre condiciones agudas y muertes asociadas con esta combinación. La interacción entre el alcohol y la DMT es compleja, con el potencial de una interacción tanto farmacocinética como farmacodinámica. Los riesgos asociados con su uso concurrente a menudo superan cualquier beneficio subjetivo reportado por los usuarios. El perfil de seguridad de la combinación de un depresor del SNC con un potente psicodélico es poco conocido y requiere más investigación.
Teniendo en cuenta lo anterior, recomendamos tratar esta combinación con mucha precaución.
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